Sigue sembrando la lluvia los verdes de junio y
juilo; los amarillos de noviembre se forjan ahora en los bosques de mi
tierra henchida de agua y de vida. Nacen ahora corzos y zorreznos, acude
la Vida en defensa de la Vida, las nuevas generaciones renuevan la
esperanza de un mañana. Es tal el milagro de la primavera que emociona
al que lo comprende, el milagro que todo lo cambia para dejarlo como
estaba, tan recién nacido, tan dulce, tan delicado y suave. Parecen
nevados los manzanos florecidos, parecen terciopelo las flores del
pomelo, parecen sinfonías los sonidos de la tierra. Perfumados de
delicadas delicias, los bosques, que son mios, resplandecen y triunfan,
los prados explotan por doquier, los rios cantarines se esconden tras
los alisos renacidos. Las zarzas y los espinos, los rosales y las setas,
las aves y yo mismo, como tu. La primera verdad, la Primavera, llega a
nosotros con una explosión de belleza que alcanza lo más profundo de
nosotros mismos. ¿Cuántos siglos de contemplación reposada merece la
belleza de las más nimia de las flores que estos días pincelan árboles y
pastos? ¿Cuántos minutos de tu afanoso día recuperas disfrutando la
maravilla y la belleza? Nadie, ni siquiera tu mismo, tiene el derecho de
arrebatarte el mes de abril. La observación de la Naturaleza de forma
libre y reposada, la empatía con lo vivo y renacido, el deleite en la
perfección natural, al final, no es más que una forma de vida; es
nuestra forma de vida, aunque a veces la hayamos olvidado.
Juan Goñi
Mucha razón hay en tus palabras. Disfrutemos de la primavera como se merece y como nos la merecemos sabedores protectores de tan dulce sinfonía artística!
ResponderEliminarSalu2