Allí, en el extremo de la Península Ibérica, allí, lejos de
todos los lados, en un entorno salvaje y olvidado, allí donde el silencio es
ubicuo y eterno, allí se alza una de las montañas más bellas de Navarra,
Irubelakaskoa. Casi olvidada por montañeros y senderistas, apenas añorada por
pastores, carboneros o estraperlistas,
entre los valles de Aritzakun y Urritzate se levanta esta mole como una
gigantesca pirámide. Estos lugares, recónditos y perdidos en el norte del
Baztan, albergan una fauna y una flora verdaderamente excepcionales. No en vano
el propio Irubetakaskoa, también
conocido por Alkaxuri (955 metros sobre el nivel del mar), alberga en sus
faldas una aliseda natural, bosque escaso y excepcional en Navarra, por lo que
fue protegido con la figura de Reserva Natural.
Por si fuera poco, en sus cercanías encontramos las casi desconocidas
Peñas de Itxusi, otra Reserva Natural, un vertiginoso roquedo que se asoma
hacia el valle y que alberga una de las mayores colonias de buitres leonados de
Navarra. No solo el buitre sobrevuela estos abismos, también el alimoche o el
escaso quebrantahuesos frecuentan estos farallones, al igual que el halcón
peregrino, el vencejo real, el avión roquero o el roquero rojo, por poner solo
unos ejemplos de la riqueza ornitológica de este lugar. En los hayedos que
suavizan las laderas encontramos al picamaderos negro o al esquivo pico
dorsiblanco, así como a la mayoría de las aves forestales: carboneros,
herrerillos, trepadores, agateadores, arrendajos, gavilanes, azores o cárabos.
Para proteger tamaño patrimonio natural, todo el entorno está declarado como
ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) y se denomina
Aritzakun-Gorramendi con 5.106,22 hectáreas.
En las laderas de Artzamendi (la Montaña del Oso) se despeña la mirada en el mirador de Itxusi. Hasta donde alcanza la mirada, la presencia humana solo se advierte en algunos dispersos caseríos, algunos senderos desdibujados, o con la visita inusitada de algún observador de aves o algún trotamundos que se aventura por estas soledades. Aritzakun a nuestros pies, parecen de juguete las vacas y los senderos allí abajo, y frente a nosotros, la pirámide de Irubetakaskoa como un inaccesible monumento a la Madre Tierra. Lugar para pensar, para disfrutar del Mundo, para encontrarse a si mismo en el vuelo reposado del buitre, o en el canto de algún pajarillo, repetido por el eco interminable por entre los abismos calcáreos de este asombroso paisaje de paz, de verde y de vértigo íntimo e inabordable.
Navarra al Natural, la otra Navarra que quieres conocer.
Juan Goñi
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