Jauregizar en Arraioz
Siempre pasaba por Arraioz, siempre pasaba, y un día me
paré. Me enamoraron sus casas señoriales, su iglesia fuerte y altiva, sus prados
verdes y llanos, suaves, donde pastaban vacas y pottokas.
Su nombre quizá provenga de Arria (nombre de persona no
identificada) más “oz”, que denota propiedad. Otros investigadores creen que
podría significar “piedras frías”, o incluso “lugar pedregoso”.
A su lado se levanta orgulloso, desde hace al menos
seiscientos años, el Palacio de Jauregizar, un precioso ejemplo de cómo eran
las casas torre medievales en esta zona de Navarra. En la parte alta de la
Casa, el “cadalso”, construido a base de tablas, y culminado con un pequeño
palomar de cuadrangular. Dicen las leyendas que el portalón del Castillo de Amaiur se trajo aquí tras la
conquista del mismo, como pago por parte de las fuerzas castellanas de la ayuda
que esta Casa proporcionó a los invasores.
En este video se puede disfrutar de estos paisajes,
y del Juego de Laxoa en Arraioz.
En Arraioz todavía se practica el Laxoa, lo que para algunos
es la modalidad más antigua del juego de pelota, una mezcla asombrosa de velocidad,
fuerza y destreza. Me gusta sentarme
tras la iglesia y sorprenderse ante este juego, de alguna manera un antecesor
del tenis, y disfrutar de una tarde de otoño que pasa despacio.
Arraioz, ese pueblo por el que pasas, ese pueblo en el que
hay que pararse, se despierta frío estas mañanas de octubre, custodiado por
Jauregizar, como siempre. Y yo ya no solo paso; también me paro y admiro tus caseríos
limpios y ordenados, tu sabor a pueblecito baztanés, tu elegante semblante
recogido y coqueto.
Juan Goñi
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