“Nuestro modo de vida
está convirtiendo nuestros tímpanos en auténticos vertederos”
Joaquín Araújo
Cascada en los hayedos de Artze, Malerreka, Navarra-Nafarroa.
Paseábamos tú y yo por el hayedo,
como siempre silencioso, como siempre sobrecogedor, como un templo, como un
oratorio obscuro y bello. Usamos tu garganta afónica como excusa para no hablar
demasiado. Creo que ambos sabíamos que los silencios del bosque son la mejor
terapia, el mejor alivio para tantos achaques. Me hiciste detenerme ante el
chirrido apagado de algún insecto, ante el desconocido rechinar de un grillo
escondido que entonaba sus últimas canciones antes de caer rendido al otoño. Un
poco más allí, encandilados, escuchamos el susurro del arroyo, o el crujido de un haya mecida por el viento furtivo
y sigiloso. El chasquido de nuestras cámaras fotográficas ante un gran roble
muerto, nuestros pasos rasgando con cuidado la hojarasca, y el silencio,
siempre el silencio entre nosotros, el silencio que presagia que no hay nada
que decir, que a veces las cosas se dicen solas si las dejas.
Junto al riachuelo las hayas
desaparecían, surgían arces y alisos, robles y castaños. Cantaban los
carboneros y un numeroso bando de mitos cruzó las copas de los árboles sobre
nosotros. El susurro del arroyo se transformó en rumor, y después en clamor
cuando las aguas se precipitaban en una catarata agitada, blanca, amotinada. Revuelan
por aquí los mirlos acuáticos y las lavanderas cascadeñas, que parecen rebotar
en la superficie del agua como las piedras arrojadas por un niño.
Bebimos un poco y nos sentamos en
el musgo sobre una piedra. Callados. Sin mirar a ningún lado, observándolo todo,
saboreándolo todo, desmenuzando cada segundo, degustando cada instante, paladeando
cada estremecimiento. No sé durante cuánto tiempo, tampoco importa.
Y ahora, impávido, rememoro los
vestigios que en mi quedaron de aquellos instantes, que como tantos otros, se
grabaron en mi memora como la evocación de algo cercano, adyacente a mi corazón. Y así, poco a poco, convierto en
bosques mis tímpanos gastados.
Juan Goñi
PD: Si no tienes una arboleda a
mano, quizá esto te ayude a convertir tus tímpanos en bosques:
Daniel Barenboim interpreta
“Consolation nro. 3" de Franz Liszt.
“Consolation nro. 3" de Franz Liszt.
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