Paseando por Bertiz




Hoy con el día tan maravilloso que hacía, me he calzado las botas y a pasear al Parque Natural del Señorío de Bertiz, en el norte de Navarra.
Nada más llegar, coger un sendero que lleva al nacedero de la regata de Iturburua, me encuentro con un bando de Herrerillo Capuchino, que como no lo suelo ver mucho, pues me ha hecho mucha ilusión. Bandos de mitos, reyezuelos, carboneros comunes y palustres, un poco más allí carbonero garrapinos. Constantemente se oyen trepadores aquí y allí. Se oye a lo lejos un pico picapinos. Y los arrendajos, como siempre, armando un barullo increíble. Después de algo más de una hora caminando, al dar una curva, se levantan de la hojarasca un grupo de cinco zorzales alirrojos. Todo el camino escuchando los petirrojos. Ah! y bastantes chochines, que animados por el solecito cantaban casi como en primavera. Oigo lo que podría ser un pito negro, así que me paro quieto a escuchar. Y lo que escucho no es un pito, sino algo que se mueve a unos diez metros de mi... un jabalí grandecito, con unos colmillos que impresionan... y que cruza el sendero delante mío, con el típico trote de cuto (que decimos en Tafalla). ! Qué susto coño! E inmediatamente después del susto, una sensación maravillosa. Todavía escucho al jabalí bajando por entre las hayas, me saco un cigarrico "pa los nervios" y me siento a un lado del sendero, bajo un acebo. Y entonces sí que oigo la risa loca del pito negro, primero lejos, después más cerca, y finalmente veo su silueta que se posa en un haya justo encima de mí, y yo retorciendo el cuello para poder verlo sin moverme, y el jodido que no se deja ver, que se asoma un poco desde detrás del tronco, pega un chillo de sicópata, y se pira volando entre las hayas. ! Que ratico! después del cigarrico, ya con las endorfinas a tope, a seguir caminando, ya sin muchos más sobresaltos. Más páridos, muchos petirrojos, un gavilán que sale volando desde un claro, y poco a poco ir bajando hasta el aparcamiento de nuevo. Por el camino, muchos rastros de corzo, que alguna otra vez también se me han cruzado en el camino. Llego al nacedero de la regata del Suspiro, y tras descender a su lado, me incorporo a la pista forestal que me llevará hasta el coche, no sin antes poder disfrutar de una preciosa lavandera cascadeña, y del vuelo azul y fugaz de un martín pescador. Casi llegando al coche... aquella pareja de pajaricos que vuelan entre las ramas más altas de ese roble... prismáticos a la cara … ¡pico menor!

! Qué día!
Y con todo lo que te cuento, lo más bonito no fueron los pájaros o el encuentro con el jabalí, ni si quiera este día azul y brillante y fresco; lo más alucinante han sido los millones de amarillos y rojos con los que se ha vestido el bosque, y esos por desgracia, no te los puedo contar, te los tendrás que imaginar.
Juan Goñi

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