Un sapo demasiado curioso observaba asombrado los ires y venires del ciempiés.
Un día se atrevió a preguntarle:
"¿Cómo te las arreglas para mover todas tus patas de forma tan rápida y ordenada?"
El ciempiés se detuvo, comenzó a pensarlo, pero fue inútil,
no pudo volver a dar un solo paso y se murió de inanición.
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