Hoy es siempre todavía.


Se las arregló el último rayo de Sol para acariciar el haya amarilla, a la vera de mi sendero. Rasgaban mis pasos el silencio mágico de la tarde. Volaba mi imaginación callada por las copas de los árboles, y mis pies desordenaban ruidosamente la alfombra de hojas marrones y amarillas. Caminábamos el Bosque y yo por la lejanía, mientras conversábamos en silencio sobre esto y aquello. Pasaba el paseo paseando, rodeado de quietud y soledad. Mis ojos en el haya amarilla, mis pies buceando en la hojarasca, mi conciencia en aquella frase de Machado: "Hoy es siempre todavía".

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