Prado y ganado, ganado y prado.


Despierta de su letargo invernal el prado junto a la borda. El ganado que se alimenta en el prado es el que consigue que el prado permanezca; el prado, alimentando a los herbívoros, garantiza su propia estabilidad. Prado y ganado, ganado y prado, un ciclo de perfecta armonía, el uno no existe sin el otro, el otro debe su existencia al uno. Así son las cosas en la Naturaleza, el comportamiento del consumidor es el que garantiza la supervivencia de lo consumido, y viceversa. Exactamente lo contrario que hacemos los humanos, que esquilmamos lo consumido hasta el agotamiento, y luego forzamos a la Naturaleza a darnos más y más, gastando ingentes cantidades de esfuerzo y dinero en emponzoñar todavía más el ciclo a base de fertilizantes, abonos químicos, herbicidas y demás. Hemos de respetar los ciclos naturales, hemos de conservar los microecosistemas que mantienen el suelo fértil y productivo. Algunas culturas milenarias, todos los métodos agrícolas tradicionales, muchos agricultores y desde luego la mayor parte de los científicos lo saben ya: hay que empezar dando y luego recibir de forma natural, en lugar de exigir a la Tierra hasta agotarla. Hemos de conocer y respetar los ciclos naturales, porque en estos ciclos, donde todo se recicla, donde nada es superfluo, es donde se genera la Vida. De la comprensión de esos ciclos depende, desde luego, nuestra supervivencia.

Juan Goñi

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