Frente al farallón bardenero


Una tarde más se encontraron en la vieja caseta, frente al farallón bardenero. El mayor de ellos era Julián, pastor roncalés jubilado desde hace años, y afincado en Valtierra durante los inviernos, volvía cada año a su Roncal natal con la llegada de la primavera. Le gustaba sentarse frente a la pared vertical del cabezo en las tardes luminosas de febrero y dejar que el sol golpease su rostro arrugado. Sus ojos, acostumbrados durante años a los interminables horizontes bardeneros, conocían los rincones de este desierto como la palma de su mano. No en vano, desde los 14 años hasta su jubilación, hacía 7 años, nunca había dejado de traer a sus ovejas cada otoño. A su lado, sentado en silencio, Paco. Jienense, había llegado a Arguedas hacía solo 2 años. Procedía de un pequeño pueblo de Jaén, y al morir su esposa había decidido pasar los últimos años de su vida junto a su hijo, biólogo de una industria agroalimentaria, su nuera y sus tres nietos. Nunca antes había salido de su pequeño pueblo de casas blancas, olivos y encinas. Había coincidido con Julián frente al farallón, una soleada tarde el invierno pasado, y desde entonces eran inseparables observadores de la Bardena. Sus largas conversaciones eran parcas en palabras y pródigas en silencios largos y meditabundos. El tercero, Juan, cuarenta y tantos años, recién llegado al arte de observar, escuchar, aprender y callar, escrutaba con sus prismáticos la pared pintada de amarillo por el sol del atardecer, buscando buitres y collalbas, roqueros y chovas. Se habían contado su vida en dos palabras, omitiendo mucho y callando más, y desde entonces ansiaban la compañía mutua de silencios placenteros. Hacía días que Julián no venía por allí. 
.- ¿Sabes algo de él? - preguntó Juan. 
.- Sí, ha estado jodido, en el Hospital. Pero parece que ya lo traen "pa" casa. - contestó Paco. 
.- ¿Te parece si vamos a verlo cuando lo traigan? ¿Sabes dónde vive? 
.- Sí, iremos. Sácale una foto al cabezo. Le hará ilusión verlo. 
.- ¿Nos vemos mañana? 
.- Mañana estoy con los nietos, su madre tiene “recaos” que hacer en Tudela. Pasado mañana si. 
.- Pues hasta entonces, Paco, cuídate. 
.- Y tú, chaval. Y a ver si me das una alegría y dejas de fumar, coño, que mira Julián. 

 Navarra al Natural: compartimos sensaciones. 

Juan Goñi

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