Echo a andar.



Vuelvo al bosque, con la sonrisa que conseguiste arrancarme todavía clavada en mi cara. Echo a andar sin pensar demasiado, con el entusiamo que no espera, con la mirada fija en otros refejos, acompañado por el mumullo que brota del agua limpia, apaciguado por un mensaje casi sin palabras que recibí desde más allá de la esperanza. A veces la felicidad está simplemente a la vuelta del recodo. O al menos, un atisbo de ella.

Me voy a donde nadie me espera, para esperar que pase la espera de volver.

Juan Goñi

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