Puente del Suspiro - Bértiz.
Será que yo lo siento así, pero
bajo el bosque se encienden amistades que van un poco más allí de lo habitual;
y más en días como estos, en los que forjar afectos es tan difícil. Quizá será
porque el bosque limpia nuestros ojos, enjuaga nuestras preocupaciones y nos
pone en el presente; nos hace ser más conscientes de lo que nos rodea, y por lo
tanto nuestro prójimo nos es más evidente, más visible, más manifiesto. Y quizá
por todo esto nos escuchamos más, nos entendemos mejor, nos vemos reflejados en
la mirada de aquel que camina con nosotros bajo la arboleda.
Pocos amigos más íntimos que
aquellos con los que hemos compartido la experiencia íntima de pasear por el Bosque.
Pareciera que el Bosque nos
convoca, nos atrae con el objetivo de juntarnos, de unirnos bajo su manto verde.
Y allí nos emociona, y esa emoción vibrante sella definitivamente nuestro
afecto, nos hace amigos, colegas y aliados. Nos reconocemos como hermanos bajo
el amparo de nuestro padre común, el Bosque.
Será por eso que recuerdo con
gran cariño a aquellos con los que durante estas últimas semanas he tenido el
honor de vagar bajo las hayas, de deambular entre paisajes, de corretear de la
emoción a la alegría. Será por eso que me duele cuando me dicen que volvieron a
la ciudad y no se encuentran, no se reconocen entre el asfalto y las prisas.
Será por eso que me gustaría traerte otra vez. Será por eso por lo que te echo
de menos, amigo; echo de menos tu presencia bajo las cálidas entrañas del
bosque.
Allí donde estés, hermano, el
bosque y yo te echamos de menos. ¡Vuelve pronto!
Juan Goñi
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