Hojas de ginko biloba, en el suelo de Bertiz,
una mañana de frio y escarcha.
Las hojas que cayeron juguetean
con el viento, se enroscan entre mis botas, bromean, retozan entre el pasto,
corretean y se persiguen. Las hojas se convierten en niñas antes de irse del
todo.
Supongo que entre los pliegues
fractales de sus nervios se cobija la verdad del Universo. Ellas saben que
volverán a ser, y por eso despiden con el esplendor del sol de los ocasos
encendidos.
Finalmente se entregan al suelo,
vuelven a la tierra para ser mundo y duermen.
La eternidad juega a la comba, y todos
saltamos al unísono:
Al pasar la barca
me dijo el barquero
las niñas bonitas
no pagan dinero.
Yo no soy bonita
ni lo quiero ser
arriba la barca
uno, dos y tres
cuatro, cinco y seis.
No te despistes: ¡salta!
Juan Goñi
0 comentarios:
Publicar un comentario