Abrazarme a él sin rubor.

 Abrazando al roble aun dormido.

Mi paseo con Juan empezó con una frase que me sedujo al primer instante:"Somos como somos porque somos bosque".

Y empezó a explicar con voz suave que sus catedrales son verdes, como Irati y el bosque del Señorío de Bertiz. Y su Dios es el roble, Señor del Bosque.

Con Juan aprendí a escuchar el silencio, a "estar" con el bosque, y a querer a Basajaun para poder abrazarme a él sin rubor.

Y todo fluye a su alrededor, mientras cuenta sus leyendas de sorguiñas y mujeres de agua, dándole al paseo entre hayas una dimensión mágica, donde casi te parece oír las voces diminutas que te cuentan los secretos del bosque.

Pero lo mejor de Juan es cuando ya te has marchado del Señorío de Bertiz, y has vuelto a tu rutina, tu correr, tu frenesí de nuestro tiempo moderno y mecanizado...y te paras mientras esperas el tren, o el autobús, y ves en nuestra maltrecha naturaleza urbana una pequeña “mallarenga” carbonera, y te das cuenta que nunca te has ido del Señorío de Bertiz, que sigues ahí a pesar de la distancia.

Eso es lo mejor de los paseos del Señorío de Bertiz con Juan Goñi, que te seduce para siempre con hilos invisibles de su bosque, porque ya hemos aprendido que somos bosque.

Y cuando volvamos, allí estará esperándonos, junto a Basajaun.

Texto de Assumpta Montella Carlos (Gràcies Assumpta, amiga meva, la meva compatriota del bosc, que encara busca al bosc. Com ha de ser.)

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