Otoño en la Foz de Arabayún - Arbaiun arriola.
Foto de mi amigo Ángel Villalba.
Hace 60 millones de años el área
prepirenaica era un mar poco profundo, atestado de corales. Estos seres vivos, como
muchos otros, utilizan el carbonato cálcico que se encuentra en grandes
cantidades en los mares someros, para fabricar su esqueleto mineral. A su
muerte, estos esqueletos calcáreos se precipitan, formando grandes cantidades de sedimentos que son el origen de
la gran mayoría de las calizas existentes en la actualidad.
Hace entre 65 millones de años,
durante los inicios del periodo que hoy llamamos “Cenozoico”, África y el subcontinente indio empezaron a chocar
contra Eurasia, lo que provocó la formación de las principales cadenas montañosas
del sur de Europa y Asia. Así nacieron los Pirineos, los Alpes, los Apeninos,
los Cárpatos, los Balcanes o el Cáucaso en Europa, o el Karakórum y el Himalaya
en Asia. Y entonces nacieron también los ríos que nacen en estas cordilleras, y
empezaron a abrirse paso y a excavar sus actuales cauces en su camino hacia el
mar. En el Pirineo navarro, estos ríos encontraron en su camino las sierras
prepirenaicas. Durante millones de años, el inagotable trabajo del agua excavó
profundas gargantas en estas rocas calizas, dejándonos espectáculos tan
maravillosos como la Foz de Abayún. La Sierra de Leyre se abre aquí a cuchillo
para dejar pasar al río Salazar por sus entrañas. Seis kilómetros de vértigo y
vida, seis kilómetros de Naturaleza salvaje, de biodiversidad sorprendente, de
paisajes verticales de mil colores, de belleza sin parangón.
Aquí reside la que probablemente
sea la mayor colonia de buitre leonado del mundo. Pero no solo eso: quebrantahuesos,
águila real, búho real, halcón peregrino, chova piquirroja, treparriscos, avión
roquero o milano real son algunas de especies que ahora, en invierno, podemos
encontrar en los cielos o entre las paredes de este maravilloso enclave. En
primavera llegarán los alimoches, los vencejos reales, los milanos negros… y
por supuesto las golondrinas, los aviones y los vencejos comunes.
En estos días de noviembre
comienzan los amoríos entre los buitres leonados. Vuelan las parejas ala con
ala, o uno sobre el otro, en un cortejo nupcial impresionante aunque tranquilo.
Su vuelo pausado parece unificar a las parejas, que se imitan hasta en el
mínimo detalle. Estas danzas nupciales pueden incluir algún picado vertiginoso
en el que los dos pájaros se persiguen a gran velocidad. En esta época los
buitres han ido situándose para dormir en los mismos cortados rocosos que luego
van a utilizar para la construcción del nido. En el mes de diciembre algunas
parejas ya se establecen y comienza la puesta del único huevo, pero la mayoría
aún andan atareadas, robando palos de nidos próximos o peleándose con buitres
inmaduros que se aproximan y merodean por la colonia. Ambos sexos incuban y
tienen muy bien reglamentado el tiempo en que cada uno debe ocuparse del nido,
haciendo al menos dos veces al día el relevo. Los cambios resultan muy
ceremoniosos y se realizan con movimientos muy lentos y escogidos, como con
mucho teatro. La historia continuará con el nacimiento de los pollos a
principios de abril. Y más allí, con los primeros vuelos de la nueva generación
de buitres allá por julio o agosto. Pero… sé que andas con prisa, y esta es una
larga historia. No quiero robarte más tiempo.
Pero antes… déjame que te
pregunte… ¿Por qué no nos sentamos aquí, ante este paisaje sobrecogedor, solo
un ratito, a esperar a que brote la nueva primavera? ¿Qué más puedo pedir? Solo
esperar aquí a que nazca el nuevo día en las cumbres de Arangoiti, entre las
delicias verticales de mi amada Sierra de Leyre.
Juan Goñi
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