Panorama desde Lizaieta (Lizarreta).
Lizaieta (Lizarrieta es como le llaman nuestros vecinos de Iparralde) es un collado que une las localidades de Etxalar y
Sara. Desde este mirador se extiende a los pies del pajarero un panorama de
ensueño, sobre todo si, como ayer, el día amanece soleado, luminoso y
sonriente. Allí nos dedicamos a esperar, a observar, a disfrutar con la aves
que pasan durante estos días por estos idílicos puertos pirenaicos. Es este uno
de los mejores puntos de Europa para disfrutar del emocionante espectáculo de
la migración de las aves. Millones de ellas cruzan por aquí la impresionante
muralla de los Pirineos, cada año, desde hace cientos de miles años. Y ayer,
como hoy, el milagro se repitió. Pudimos disfrutar con la observación de cinco
cigüeñas negras, de varias águilas calzadas, de un nutrido grupo de cigüeñas
blancas, de multitud de halcones abejeros, gavilanes, aguiluchos laguneros etc.
etc.
La migración de las aves siempre consigue emocionarme. No
puedo por menos que sentir honda admiración por estos animales, fuertes y
tenaces en su defensa de la supervivencia. Cuando pasan por encima de mi cabeza
en este paisaje verde y agradable, me los imagino cruzando mares y desiertos,
sufriendo tempestades y tormentas de arena, tiroteadas por odiosos escopeteros,
acechados por gigantes molinos eólicos… Pero no desisten mis amigas las aves en
su viaje, no se rinden. Despilfarrando coraje, con un ímpetu portentoso,
delante de mis ojos, superan los collados pirenaicos, y después se deslizan por
las laderas del sur, con su planeo elegante, como aliviadas, quizá pensando
que, un año más, un día más, han superado otro más de sus obstáculos. Otro año
más, los Pirineos han quedado atrás. Dentro de unos meses, los supervivientes
de esta escalofriante odisea volverán a las tierras que las vieron nacer, y
cuando, acompañados por su prole, vuelvan a enfrentarse a esta barrera natural,
yo volveré a estos collados a emocionarme con su poderío, con su tenacidad, con
su obstinada determinación para con la promesa del eterno volver, del eterno
viajar, en su conmovedora caricia a los cielos de mi tierra y de mi alma.
Ayer estuve en Lizaieta. Ayer me emocioné. Hoy me pierdo con
el rocío, por entre las raíces de mi propia existencia.
Juan Goñi
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