Hay veces que las palabras no son
suficientes. Es entonces cuando se establece un tipo de comunicación más íntima,
más emocional, más profunda. Es el tipo de comunicación que se establece entre
un hijo y su madre que le amamanta, o entre dos amantes que se unen en un
abrazo. Esta comunicación no tiene una clara explicación científica, parece no
tener ninguna base física, no se comprende porque no se puede medir, ni pesar,
ni oler, ni palpar. Quizá es todo eso a la vez…
Esa comunicación se establece
también entre nosotros y el paisaje, entre nosotros y el bosque, o el mar. Es
una sensación de pertenencia-posesión, un sentimiento de amor, de complicidad,
de saberse en donde debe estarse. Ínfimo entre mis hermanos lo árboles, rodeado
de millones de seres inapreciables pero irreemplazables, en el silencio
imponente del bosque, oyendo los latidos de mi corazón que parecen sincronizarse
con las pulsaciones de la arboleda, allí es donde se establecen las relaciones primordiales,
las correspondencias, las armonías y los entendimientos. Allí concuerdas con lo
demás y los demás, allí te entrelazas en el telar de la Vida, allí conectas, te
reúnes, te engarzas. Y entonces aparecen claras, ante tu conciencia, casi todas
las respuestas. O, mejor dicho quizá, dejan de tener sentido las preguntas,
casi todas las preguntas.
Juan Goñi
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