La burrita "Copi"
Os presento a la burrita “Copi”,
que con apenas tres meses, ya corretea por la Vida, acompañada por su madre,
como hacen los burritos de su edad. Esta burrita se ganó el nombre de “Copi” a
pulso; su nacimiento y sus primeras horas de vida no fueron demasiado “tradicionales”.
Y como me encantó la historia de su nacimiento, paso a relatároslo esperando
que os guste.
Nació “Copi” una fría mañana de
primeros de Marzo, en el prado de Sunbilla donde su madre y el resto de burros
de la manada solían pastar. Este prado queda justo encima de la carretera vieja
de acceso a este pueblo, una carretera poco frecuentada actualmente. Parece ser
que al nacer, la burrita rodó prado abajo hasta caer a la carretera. No sabemos
cuánto tiempo estuvo allí antes de que pasara el primer coche, que resultó ser
el de la repartidora de periódicos de la zona. Esta chica, al encontrarse a la
burrita recién nacida en medio de la carretera, debió llevarse una sorpresa
morrocotuda. Andaba la moza con prisa, repartiendo la prensa por los caseríos y
por lo puntos de venta de periódicos de la zona, y no tenía tiempo de andar
buscando a la madre de la criatura, pero tampoco podía dejar allí al pobre
animal, así que, ni corta ni perezosa, decidió llevarse a la burrita con ella
en su ruta diaria por el Valle. La montó en la furgoneta, en el asiento de
copiloto. No ha quedado claro si le colocó el cinturón de seguridad, lo que sí
sabemos es que le puso la calefacción del coche para que el animal pudiese
secarse un poco y recuperar el calor, y de esta guisa, continuó con su trabajo
como siempre, en tan curiosa compañía.
Aintzane, la propietaria de los
burritos, dio mil vueltas aquella mañana en busca del recién nacido. Estaba claro
que la burra había parido esa noche, pero… ¿Dónde estaba el recién nacido? Desde
luego no estaba en el prado ni en sus aledaños… no estaba con su madre, que es
dónde debería de haber estado.
Así pasaron despacio las horas de
aquella fría mañana, hasta que a eso del mediodía, apareció por el caserío la
furgoneta del reparto de periódicos, y dos enormes orejotas sobresalían del
salpicadero en el asiento del copiloto. Allí, hecho un ovillo de suave algodón,
estaba la burrita, al calor de la calefacción del coche, y sobre todo, al calor
del cariño de la que desde ese mismo día de su nacimiento, se convirtió en la “madrina”
de “Copi”. Pronto se reunió a la burrita con su madre, pronto tomó sus primeros
sorbos de leche. “Copi” corretea ahora con el resto de la manada, mordisqueando
los zapatos de los que nos acercamos a acariciar su pelo suave, mamando cada
dos por tres, y aprendiendo a correr y a saltar rápido por la pradera.
Aquí tenemos a "Copi" desayunando.
No
sabremos nunca si “Copi” recuerda sus anómalas primeras horas de vida, recorriendo
Sunbilla y alrededores junto a la repartidora de periódicos, pero su nombre nos
lo evocará a todos: “Copi” de “Copilota”, porque así fue como empezó la vida de
esta preciosa burrita, dando el único paseo en coche de su vida, por los
caseríos del Valle.
Juan Goñi
Curiosa y enternecedora historia que nos hace, como poco, pensar en los demás y no sólo en nosotros mismos.
ResponderEliminarUn saludo de 'ojolince y sra.'
Claro! A veces se ve un resplandor de esperanza en las gentes. A veces yo también pienso que "podemos cambiar el Mundo". Un abrazo a "ojolince y sra."... ¡tengo ganicas de conoceros!
EliminarQué preciosa historia! Lástima que la madre de la burrita no nos haya podido explicar lo mucho que sufrió hasta que aparició su hija. Seguro que nos habría emocionado mucho poderla "escuchar".
ResponderEliminarQué animales tan preciosos son los burros! Lástima que cada vez podamos ver menos individuos de esta especie.
Agurtu bero bat, Juan!
Seguro que a la mamá de "Copi" ya se le ha olvidado el mal rato, cuando ve a su hijita saltando feliz en el prado. Besarkada bat!
EliminarHola¿Cuantos burros tenéis?¿Me vendería alguna burra?
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