Los abejorros (género Bombus)
andan estos días atareados, libando néctar y transportando polen de una ingente
diversidad de flores. Mucha es la literatura que habla de la radical
importancia de las abejas en la polinización (y por lo tanto en la supervivencia)
de muchas especies vegetales, pero no debemos olvidar que los abejorros son tan
eficientes, sino más, para este cometido.
Fueron determinadas especies de
escarabajos los que hace aproximadamente 250 millones de años, en el periodo Triásico,
se convirtieron en los primeros insectos polinizadores. Más tarde, hace unos 65
millones de años aparecieron las primeras abejas, abejorros, avispas, mariposas
y polillas, verdaderos “expertos” en vivir polinizando, expertos en transportar
el polen de la antera (órgano masculino de la flor) hasta el estigma (órgano
femenino), haciendo posible la fecundación y por lo tanto asegurando la
reproducción de estas especies vegetales. En la actualidad, el 65% de las plantas
angiospermas son polinizadas por insectos, y el 20% de los insectos necesitan
de las flores para sobrevivir durante algún periodo de su vida.
Las flores y los insectos que las
polinizan crean un ejemplo típico de coevolución. Las flores que hoy conocemos,
en su inconcebible diversidad, en su extrema belleza, son el resultado de 65
millones de años de evolución para “gustar” a mariposas, abejas o abejorros. Y
estos insectos, a su vez, han ido coevolucionando con las flores para ser más
eficientes en su trabajo de polinizadores.
Las “reinas” de los abejorros has
despertado hace algunos meses de su hibernación. Lo primero que hicieron en ese
momento fue alimentarse y poner una primera tanda de huevos de los que nacerá
la primera generación de “obreras”. Estas primeras obreras comenzarán a adecuar
el nido (habitualmente un agujero en el suelo) para la consolidación de la colonia,
y a alimentar a la reina, que a partir de ese momento se dedicará en exclusiva
a poner huevos de nuevas obreras. Al final del verano, la reina empezará a
poner huevos de nuevas reinas y de también de zánganos. En los primeros días
del otoño estas nuevas reinas y los zánganos saldrán del nido y se aparearán.
Una vez fertilizadas, las nuevas reinas buscarán un lugar donde pasar el
invierno. Solo ellas sobrevivirán al invierno, al final del cual el proceso
comenzará de nuevo. Es por ello que los abejorros, a diferencia de las abejas,
no necesitan acumular miel para el invierno.
Los abejorros son muy buenos polinizadores
por varios motivos. Primero porque son capaces de regular ligeramente su temperatura
corporal, por lo que son activos en bajas temperaturas en las que las abejas
permanecen en sus colmenas. Si te has fijado, en estos días de frio no se ven
abejas o avispas por el campo, pero se ven con frecuencia los abejorros que ya
llevan días en si labor. Además, mientras liban el néctar, mueven sus alas,
produciendo una vibración que hace que la flor deje caer gran cantidad de polen
que se adhiere a sus pelos. Esta
vibración es necesaria para la liberación de polen de algunas flores, por lo
que estas solo pueden ser polinizadas por los abejorros. Este es el caso de los
tomates, los pimientos o la alfalfa, por poner solo algunos ejemplos.
Los abejorros, al igual que el
resto de polinizadores, están sufriendo un importante retroceso en sus
poblaciones. Muchas de sus especies están en peligro de extinción y algunas de
ellas se han extinguido ya. Esto se debe
fundamentalmente a la fragmentación o modificación del hábitat, a la presencia
masiva de pesticidas en nuestros campos, a la proliferación de especies
invasivas y a la aparición de nuevas enfermedades. Esta reducción en la
población de los insectos polinizadores puede traer consecuencias nefastas para
nuestros cultivos y por ende, en nuestra producción de alimentos.
Debemos cuidar a los estos “inventores”
de las flores. No solo porque ellos son los “diseñadores” de algunos de los
ejemplos más bellos de la biodiversidad, también porque son imprescindibles
para nuestra supervivencia.
Juan Goñi
"Las
flores se encuentran dentro de las producciones más hermosas de la naturaleza;
pero se han vuelto visibles al contraste con las hojas verdes, y en
consecuencia, hermosas al mismo tiempo, para que puedan ser vistas fácilmente
por los insectos. He llegado a esta conclusión porque he encontrado como regla
invariable que cuando una flor es fecundada mediante el viento, no tiene nunca
una corola de color llamativo. Diversas plantas producen habitualmente dos
clases de flores: Unas abiertas y coloreadas de tal modo que atraigan a los
insectos, y otras cerradas, no coloreadas, desprovistas de néctar y que nunca
son visitadas por los insectos. Por consiguiente podemos llegar a la conclusión
de que, si los insectos no se hubiesen desarrollado sobre la faz de la Tierra,
nuestras plantas no se hubieran cubierto de bellas flores y hubieran producido
solamente flores tan pobres como las que vemos en el abeto, el roble, el nogal
y el fresno, y en las gramíneas, espinacas, acederas, y ortigas, que se
fecundan por la acción del viento."
(El Origen de las Especies, Charles
Darwin)
0 comentarios:
Publicar un comentario