En 1973 el departamento forestal
de India aprobó la tala de 300 fresnos por parte de una empresa de raquetas de
tenis, en la población de Gopeshwar, cercana al Himalaya. Cuando los agentes de
la compañía llegaron a esta aldea, fueron recibidos con la típica hospitalidad hindú
por parte de las mujeres del pueblo. Pero a la mañana siguiente, al ir a talar
los 300 grandes fresnos, encontraron a las mujeres de Gopeshwar abrazadas a los
árboles, impidiendo de esta manera cortar uno solo de estos gigantes. Esta
misma actitud se repitió en muchos pueblos de la zona, y así nació el
movimiento “Chipko” (“abrazar” en lengua hindú).
El movimiento Chipko se extendió
por muchos otros lugares de India y del resto del mundo. Actualmente hemos
visto mujeres palestinas abrazadas a olivos milenarios para evitar que las
tropas israelíes los derriben.
La imagen de un hombre o una mujer
abrazando un árbol para defenderlo es emocionante y perturbadora. Quizá nos
remueve por dentro porque todos sabemos, en lo más profundo de nuestra herencia
genética, que no somos otra cosa que hijos curiosos de los árboles.
En la foto, los alumnos de la escuela
“San Francisco Javier” de Elizondo se abrazan a un gran roble en Bértiz. Conciencia,
sabiduría, respeto y amor se entrelazan como los brazos de estos hombres y
mujeres del mañana. Esperanza.
“Muchos psicólogos mantienen que
el árbol desata
en nosotros una reacción espontánea de simpatía.
Algo nos permite vincularnos inconscientemente
con nuestro hogar primero.”
en nosotros una reacción espontánea de simpatía.
Algo nos permite vincularnos inconscientemente
con nuestro hogar primero.”
(Joaquín
Araújo)
Juan Goñi
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