Trepador azul - Garrapoa - Sitta europaea
Foto de Felipe Noguera.
Es el trepador azul (garrapo –
sitta europea) una de esas aves que casi nunca faltan en nuestros paseos por
Orgi, por Bértiz, por Irati… Habita sobre todo en bosques caducifolios (hayedos,
robledales, castañares…). Es un pájaro
del tamaño de un gorrión, con unas fuertes patas que les permiten recorrer los
troncos de los árboles. Para ello no se apoya en la cola, como hacen los
pájaros carpinteros o los agateadores, solo se sujeta por la potencia de sus
tarsos, por lo que puede ir y venir
entre la corteza de los árboles incluso “boca abajo”, caso único en la
ornitofauna europea. Es un ave eminentemente azul, aunque sus partes inferiores
muestran un bonito color beige, más suavizado en el caso de las hembras o entre
los juveniles del año. Así mismo los
machos lucen una llamativa mancha roja en los costados, bajo las alas.
Su pico es poderoso, de color
pizarra. De él parten unas listas negras que recorren su rostro, cruzando sus
ojos, para acabar en la parte inferior de su nuca, lo que le da una imagen de “bandido”
del bosque. Se alimenta de tijeretas, escarabajos, moscas, etc. y de sus
larvas. En invierno también comen frutos del bosque como los hayucos, las
avellanas e incluso las nueces. Para abrir estos frutos suelen “encajarlos” en
grietas en las cortezas de los árboles, y una vez fijados allí los golpean fuertemente
con su pico, rompiendo la cáscara. Es muy característico el sonido que producen
al golpear la coraza que oculta su alimento.
Anida en agujeros en los árboles.
Para ello busca nidos abandonados de picos o picamaderos. Reduce el diámetro
del agujero con barro hasta adaptar a su tamaño la entrada, por lo que es fácil
identificar sus nidos.
Su canto es un “tuit, tuit, tuit”
repetido hasta la saciedad durante los meses de primavera, y con menos
frecuencia el resto del año. Es un ave claramente sedentaria, y casi nunca
abandona su territorio, a no ser que un invierno especialmente crudo le obligue
a ello.
El trepador azul es el hermoso
bandido de la arboleda. Sus trinos forman parte del paisaje sonoro del bosque
húmedo. Entre los musgos verdes de los troncos, su figura azulada parece un
trocito de cielo que deambula boca abajo por aquí y por allí, trabajando
incansablemente, dispuesto siempre a alegrar la vista y el oído del amante
curioso de los bosques. Estos días los trepadores están especialmente
silenciosos. Las parejas llevan con ellos a los pollitos nacidos esta
primavera, y conviene no llamar mucho la atención de los depredadores. Pero
para el atento escuchante emboscado es sencillo percibir el reclamo agudo, constante
y profuso, de los pequeños trepadores en su demanda de alimento hacia sus
progenitores.
El trepador azul es uno de mis
amigos del bosque, un hijo, como yo, de la espesura. Lleva en su sangre la
verde plenitud de la arboleda. Bajo su antifaz, sus ojos sostienen la mirada al
mundo regalando vuelos y trinos, hermosura y vivacidad a mi casa, que es la tuya:
la selva enramada, la frondosa espesura, a nuestro padre y nuestro origen: el Bosque.
Juan Goñi
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