El Acebo - Gorostia


En la escasa luz de la arboleda en estos días de duro invierno, un color llama poderosamente la atención del paseante curioso. Son las bayas del acebo, rojo sangre entre sus pinchudas hojas verdes. Un verdadero milagro natural, último recurso alimenticio para numerosas aves y mamíferos del bosque. Los celtas lo consideraban el Rey del Bosque durante la mitad "oscura" del año, y probablemente no es para menos. La importancia ecológica del acebo, evidente para celtas y francos, para bretones, astures, gallegos o vascos, pasa desapercibido hoy para una sociedad que cree que lo mejor que podemos hacer con esta maravilla natural es talarla, utilizar sus hojas y bayas como decoración navideña, y su dura madera para ebanistería. Azotado por su belleza, acorralado por sus colores, el Rey del Bosque continua dando cobijo y alimento a los habitantes de su reino, sigue pintando de brillo y color los mates acentos del paisaje en invierno, y las aves, los zorros, los corzos o tejones, sus súbditos amados, siguen propagando sus semillas incansablemente, intentando en balde agrandar el Reino del Acebo, porque ese es, y no otro, el Reino de la Vida en estos días de duro invierno. Y digo en balde porque no son estos, por desgracia, los reinos imperantes en este mundo de fronteras, primas de riesgo y apoplejía.

Conocer para respetar,
respetar para amar,
amar para defender.


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