Se quema mi Bosque, Tu Bosque, Nuestro Bosque.


Se queman tus Bosques y los míos allí en Galicia. No, no soy gallego, ni si quiera he tenido la suerte de conocer las Fragas do Eume, pero esos que se queman son mis Bosques, como son los tuyos. Los Bosques son Patrimonio de la Humanidad entera, es nuestra casa, nuestra única casa, y cuando se queman se quema mi hogar, mi patria y mi mundo; y el tuyo. Los políticos, con un vergonzante desparpajo, se cambian los papeles, culpándose mutuamente del desastre, pero aparte de eso no hacen nada. Y mientras humean todavía los cadáveres de mis robles y mis aves y mi Bosque entero (y el tuyo), se prepara ya la siguiente fogata a la mayor gloria del dinero presente o futuro, real o ficticio, que cuatro cafres esperan recibir por dar fuego a mi morada (y la tuya). Aún calientes los rescoldos en tantos montes de mi Asturias y de mi Cantabria, aún dolorida mi amada Galicia, se duelen mis robles en Bertiz, y lloran las hojas recién nacidas de fresnos, abedules y alisos. Creo firmemente que los causantes y los instigadores de los incendios forestales deberían ser acusados de crímenes contra la Humanidad, porque eso es lo que es la quema de nuestra Casa y de Nuestro Hogar, que no es otro que El Bosque, Mi Bosque, Tu Bosque, Nuestro Bosque.
Luto en mi corazón y en el tuyo, luto negro de cenizas que borraron el verde inminente y primaveral de las Fragas de Eume, luto en los cerezos floridos y en los prados amarillos, luto negro de muerte y ceniza en el suelo del Bosque quemado, vuela mi sentimiento hasta Galicia y deseo que con él vuele mi corazón entero, a fundirse en el dolor de mis hermanos gallegos que luchan y lloran la pérdida de su verde paraíso. ¡Nunca Mais!
(En la foto, un roble común (Quercus robur) de Bertiz, hermano de sangre y de alma de muchos de los árboles masacrados por el fuego asesino en mi verde y dolorida Galicia)


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