¿Crisis? ¿Qué crisis?

Crisis, a todas horas, crisis. Crisis social, crisis ambiental, crisis económica, crisis laboral, crisis personal....Problemas económicos, una clase media depauperada, una desconfianza atroz en el futuro. Parece que hemos perdido el control sobre nuestro propio futuro. Algunos achacan la situación a fallos momentáneos del sistema, y se utilizan eufemismos que despersonalizan la culpa. Porque uno de los grandes éxitos de los que nos han traído hasta aquí es conseguir que nos sintamos culpables de lo ocurrido. “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, y ahora nos toca pagar”, oigo decir a afamados contertulios con su impoluto traje nuevo recién comprado. Así que asumimos nuestra culpabilidad, y callamos. Y ahí empezamos a morir, porque en el silencio culposo que nos imponemos aguarda el círculo vicioso que nos destroza. Miedo, ansiedad, ira, indignación, depresión. Y mientras, los causantes de esta situación siguen forrándose; antes especulaban con el ladrillo, ahora especulan con las personas… ¿Qué más les da?

Cada ciudadano de la Tierra debería trabajar casi nueve meses sin cobrar para pagar la “deuda” que tenemos con los “mercados”. La Humanidad produce anualmente 60.557.110 millones de dólares, pero debe a ese “ente” abstracto 40.770.000 millones de dólares. ¿Cómo hemos llegado a una situación en la que “debemos” a un alguien todavía sin definir, nuestro trabajo y nuestra producción de casi nueve meses? Cualquier explicación sobre la “crisis” en la que vivimos es verdaderamente absurda, incoherente, kafkiana; no tiene ni pies ni cabeza. Y lo peor de todo es que nos han hecho creer que la culpa es nuestra, del ciudadano de a pie, porque hemos disfrutado de una situación que no nos correspondía, “por encima de nuestras posibilidades”. Su flagrante éxito ha consistido en que nos creamos a pies juntillas este dislate, porque nuestro sentimiento de culpa nos enmudece, nuestro miedo nos paraliza y evita preguntas incómodas y exigencia de responsabilidades.

Todas estas cuestiones plantean un escenario descorazonador, que se oscurece todavía más en una supuesta crisis de valores éticos y morales (cosa que yo no creo, creo más bien que esta supuesta pérdida de humanidad por parte de la Humanidad es una estrategia más para que perdamos la esperanza, y con ella las ganas de luchar). Por si fuera poco nuestros “líderes” (y no me refiero solamente a los de nuestro país, ni tampoco solamente a los políticos) dan constantemente muestras de su baja estofa, lo cual nos lleva a una pérdida de fe en las ideologías, y por supuesto en la utopías. Y así dejamos de vislumbrar el futuro, lo cual nos lleva a la ansiedad, y de ahí a la depresión y a la pasividad.

Tenemos que romper con este estado de cosas, tenemos que obstinarnos en la esperanza, no debemos dejar que el miedo nos paralice, en caso contrario los enemigos de la vivacidad y de la Vida se saldrán definitivamente con la suya. Y probablemente uno de los cuidados paliativos que debemos proporcionar con urgencia a nuestra Sociedad es la creación inmediata de redes sociales de ayuda mutua. A veces me pregunto si quizá este humilde blog podría ser el germen de una agrupación de Humanos que, tomando como ejemplo la cooperación que nos enseñan los bosques, nos impliquemos radicalmente en la tarea reconfortante de ayudarnos mutuamente. Desde luego, contad con mi ayuda en la medida de mis posibilidades. Por de pronto te ofrezco una cura anti-ansiedad y antidepresiva de comprobada eficacia: un paseo sosegado y calmo por los Bosques que me cautivan, me alimentan y me cultivan. Nunca tu situación económica será un problema. Este nunca ha sido un problema de dinero… aunque intenten por todos los medios hacernos creer lo contrario. Es, simplemente, un problema de falta de educación y de egoísmo inhumano y antinatural; y de avariacia... sobre todo de avaricia.

Juan Goñi

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