Fuego en los bosques.


Silencio y luto. Tristeza, naufragio, congoja y muerte. Ruina y destrucción. Descuido, abandono, negligencia y olvido. Quebranto y maldición, catástrofe y perdición. Calamidad, desastre, plaga, devastación.
Mi corazón no encuentra palabras, inundado de pena; mi voz calla de agonía y angustia. Agosto ceniciento e incendiado, el fuego es dueño y señor, asesino y criminal. La hoguera parricida se extiende por mis bosques, culpable verdugo de esperanzas y verde.
 Se nos quema el futuro, se nos oscurece el presente de humo y hollín.
Mutismo en los campos carbonizados, mudez de los Hombres Buenos, lágrimas de  desconsuelo,  abatimiento y desesperación.
Esto se acaba… no tengo fuerzas, no veo escapatoria, solo consternación e impotencia.
La Muerte avanza desaforada, la Vida huye asustada, la esperanza se escondió y ya no la veo.
Culpables sicarios del fuego, suicidas incendiarios, fratricidas y cómplices de arboledas y vidas, imbéciles irresponsables e insensatos, mi alma sollozante y dolorida no os perdona.

Me refugio en la visión de lo que todavía me queda; en honor a los que luchan contra el fuego, a los héroes que se juegan la vida sofocando el fuego sofocante. Mi recuerdo y inmensa gratitud para con vosotros.

  

Juan Goñi

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