Prestige



Hace ahora diez años de una de las mayores catástrofes medioambientales ocurridas en Europa, el naufragio del Prestige. Ninguna responsabilidad política se derivó de aquella tragedia medioambiental. No me apetece ensañarme con las declaraciones de algunos de los que entonces ostentaban altas responsabilidades, y que hoy, diez años después, pasean orgullosos su desvergüenza. Lo que hoy me abrasa el ánimo es el comprobar que nada ha cambiado desde entonces. Las causas de aquel desastre siguen hoy en pie, tan vigentes como entonces, esperando agazapadas a que algún petrolero obsoleto, de bandera de conveniencia, viajando en un estado lamentable, cruce su rumbo con alguna de las tormentas que agitan estos mares reiteradamente. 



¿Hemos aprendido algo de aquel desastre? ¿Algún responsable político se ha preocupado de que aquel episodio no se vuelva a repetir? ¿Se han tomado las medidas oportunas para evitar un caso similar?  Creo que ya sabes la horrible respuesta.

Se llaman a sí mismos “responsables políticos”, y lo que son realmente es unos irresponsables, unos ignorantes y unos zafios. 

Irresponsables, porque no saben el significado de la palabra responsabilidad, y tampoco la practican en absoluto. 

Ignorantes porque desconocen las consecuencias de su desidia, porque demuestran una absoluta falta de conocimiento sobre lo que significa la palabra Tierra, de preocupación por conservar el ecosistema que nos sustenta y nos sostiene (y los sostiene a ellos, y a sus pestilentes poltronas).

 Zafios, porque zafio es el grosero, el que no tiene tacto en sus actos o en sus palabras, sin pulimento, sin doctrina ni enseñanza.

Desalmados, vendidos a la industria petrolera y a su negro dinero. Sus camisas limpias esconden un corazón oscuro como el chapapote que hace diez años ahogó las playas y los acantilados de mi amada Galicia

Trescientas mil personas, corazones blancos como sus monos de trabajo, dieron una lección y  un ejemplo que hoy permanece límpido en mi recuerdo. Esto es lo único a celebrar de esta odiosa efeméride. Mi gratitud para con ellos, tan enorme como enorme es el desprecio que me causan aquellos que no ven en la defensa de la Naturaleza su máxima prioridad. 

Esta es Nuestra Casa, no tenemos otra; algunos parecen no saberlo, y juegan con fuego en medio del pajar.

Juan Goñi

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