Ya no estamos.



No amanece todavía en el Valle que dormita aterido y empapado. El cárabo canta sus amores en el bosque cercano, y un inmisericorde ruido de tráfico a lo lejos, me recuerda que este no es sino otro día que empieza con la noche fría. Se acomoda mi espíritu a la tristeza que todo lo inunda, como un gato que busca su sitio junto a estufa crepitante.

Ya estamos donde dijimos. El Invierno enseña sus garras y yo me sumerjo en el silencio del tiempo sin tiempo y sin luz. Entramos en el túnel de los días más cortos, en los que la Primavera no cabe en la imaginación, en los que los luminosos días de mayo parecen imposibles.

Sujetas la mirada frente a la noche y te enfrentas indefenso a lo que vendrá. El invierno es un espejo que te devuelve tu imagen taciturna. Picotea la melancolía mi corazón, como una tristeza que vuela, como una neblina pegajosa que pesa como el plomo sobre los hombros cansados de la Esperanza. Regusto dulce en el desánimo, que sube del estómago hasta el alma.

Ya no estamos, le digo a mi recuerdo; solos el y yo en esta fría mañana oscura, envejecida y sin colores.

Juan Goñi

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