Hongos saprófitos en el tocón de un haya caída, se alimentan de la madera muerta.
Los hongos, junto con algunas
bacterias cierran el ciclo de la Vida en la Tierra. De ellos depende la
descomposición de la materia orgánica en materia inorgánica, que a su vez es el
alimento de las plantas, con lo que el ciclo vuelve a empezar.
Es el Reino de los Hongos un
apasionante mundo de relaciones, un asombroso y silencioso relicario de
milagros donde casi nada es lo que parece.
Los hongos llevan al menos mil
millones de años sobre la Tierra. Tenemos fósiles que demuestran su relación
simbiótica con las plantas desde hace al menos cuatrocientos millones de años.
De hecho no son pocos los investigadores que concluyen que las plantas, tal y
como hoy las conocemos, lograron “escapar” del agua y colonizar la tierra
gracias a la ayuda de los hongos. Entre el 90% y el 95% de las plantas que
existen hoy sobre la tierra establecen relaciones de mutualismo con hongos.
Algunas de ellas, como por ejemplo las orquídeas, no pueden vivir si no es en
colaboración con hongos. Las estimaciones científicamente aceptadas señalan que
hay entre un millón y un millón y medio de especies de hongos sobre la Tierra.
No obstante no faltan investigadores que dan cifras mucho mayores, cercanas a
los cinco millones de especies.
Deberíamos recordar que alimentos
como el pan, el vino o el queso se obtienen mediante la fermentación de
levaduras, que no son otra cosa que hongos, al igual que la penicilina y
multitud de medicamentos que nos curan.
Hace poco tiempo, investigadores
alemanes del Instituto Max Planck, en colaboración con colegas brasileños, indios
y estadounidenses han descubierto que los hongos son la fuente principal de
finas sales de potasio que actúan aerosoles que generan neblinas, nubes y
lluvia en las selvas amazónicas, por lo que queda demostrada
la enorme influencia de los hongos en el régimen de precipitaciones mundial.
Hay incluso un
investigador que asocia la aparición de la Conciencia Humana con la
ingestión de hongos alucinógenos por parte de nuestros simiescos antepasados,
que en estos estados de percepción alterada empezaron a percibirse como
individuos y a tener conciencia de si mismos. Sea o no sea atinada esta extraña
hipótesis, lo cierto es que culturas como la azteca, la grecorromana, la
egipcia o la céltica, por poner solo unos ejemplos, serían de difícil comprensión
sin aceptar la importancia capital de los hongos como fuente de alimentos, como
medicinas, como forma de trascender de la realidad para llegar a más altos
estados de conciencia, o incluso como venenos con los que asesinar a sus
competidores.
Lo cierto es que los hongos lo
son todo en el Bosque. En un centímetro cúbico de suelo puede haber más de un
kilómetro de hifas, que crecen a un ritmo increíble de 5 milímetros en un
minuto.
Existe en las Blue Mountains, en
Oregón (EEUU) un hongo que según algunos es el organismo vivo conocido
más grande de la Tierra. Ocupa una superficie de 8,9 kilómetros cuadrados y
pesa 605 toneladas métricas. No se sabe si es un solo organismo o una colonia
de hongos que comparten el mismo código genético, o sea, una colonia de clones.
En cualquier caso, ese increíble organismo o colonia de organismos surgió de la
misma espora, y se le estima una vida de al menos dos mil cuatrocientos años.
Sorpresas en el apasionante
universo de los hongos, belleza a manos llenas en el último eslabón de la
cadena, en aquel punto donde la vida se consume a si misma para empezar desde
el principio. Respetar y cuidar a nuestros hongos es una prioridad medioambiental
de primer orden.
¡Cuánto y cuan importante es lo
que les debemos a estos pequeños y hermosos seres!
Conocer para respetar,
respetar para amar,
amar para defender.
respetar para amar,
amar para defender.
Juan Goñi
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