Instantes sin tiempo.



 Haya sin reloj, durante un ocaso de miel en Bertiz.

Tiempo, tiempo, tiempo…  curiosa palabra, curiosa intuición. El simple hecho de pronunciar su nombre ya nos hace perderlo. Se nos escurre entre las manos, sin que vaya a ningún lado, sin remedio. Es nuestra única posesión, y aun así lo regalamos, a menudo  a quien no lo merece. Resulta que lo único que se puede hacer con el tiempo es perderlo… desavenencia incomprensible. 

Deberíamos usarlo con sensatez, lo sabemos. Pero aun así lo dilapidamos en absurdas rutinas que aborrecemos. Ponemos nuestras ilusiones en manos del tiempo, y entonces le llamamos “porvenir”. Y el porvenir nunca llega, porque eternamente está por venir. Solo nosotros, los humanos, podemos ser tan imbéciles.

Hay que darle tiempo al tiempo. Verlo pasar para ralentizarlo, mirarlo de frente. Y la mejor manera de llenarlo es con instantes. Pero nos empeñamos en llenarlo con minutos, horas, años… y así se nos va de vacío. Y cuando el tiempo se nos escabulle con las manos vacías, ni si quiera se convierte en evocación; simplemente desaparece. Sin retorno.

Mil cuatrocientos y pico millones de segundos, 45 años. Un soponcio de números que pueden destilarse en unos cientos de miles de instantes. Ese soy yo. Y poco más…

Ya se va el 2016, muerto de aburrimiento, como casi todos los años que se vuelven viejos. A la vuelta de la esquina, otro año, tan frágil como una pompa de jabón. Pero no vuelvas la cabeza sino un instante, solo un instante. Hay que seguir mirando al frente si quieres seguir de frente. Ya no importa lo que fuiste, ni siquiera lo que serás. Solo importa lo que eres. El presente se estira pero nunca alcanzará al futuro. Sembremos, ahora es tiempo, siempre ahora es el momento. Sembremos de instantes este instante, y llenemos nuestro tiempo de momentos, para que no se vaya de vacío. Y así, solo así, haremos del ayer una nostalgia digna de llamarse pasado.

Ojala que este año que llega no pierdas ni un instante en mirar al calendario, ni al reloj. Te deseo que el 2017 esté lleno de momentos felices, que se te escape el tiempo despacio y con las alforjas llenas. Treinta y un millones y medio de segundos largos y provechosos para enamorarse, para apasionarse, para emocionarse. Siete millones y medio de aspiraciones e inspiraciones, de jadeos, anhelos y  alientos. Medio millón de latidos, tic tac, tic, tac, de tu corazón estremecido, que como un viejo ratón va royendo el tiempo, sin pausa. 

Ya no eres el que empezaste a leer este texto. Ya eres otro. Espero que estos segundos perdidos hayan merecido la pena y algo de este texto haya destilado algún provecho. Y muchas, muchas gracias por regalarme cada mañana tu mayor tesoro, que es tu tiempo, y leer las chanzas de este malabarista de palabras al que se derriten las tretas del Mundo de tanto amarlas.

Amig@ de “mírame! Navarra al Natural”, ¿nos vemos el año que viene? Tengo la esperanza de perder mucho el tiempo contigo.

¡Feliz 2017!
Urte berri on!
Juan Goñi

0 comentarios:

Publicar un comentario