A vueltas con la Historia: Borbones, la Reina Margot y el Buen Rey Enrique.


El caparazón de tortuga que sirvió de cuna al 
Rey Enrique III de Navarra y IV de Francia,
en el Palacio de Pau, última residencia de los 
reyes de la Navarra independiente.

Tras la invasión de Navarra por parte de las tropas castellanas en el año 1512, los legítimos Reyes de Navarra, Juan III de Albret y Catalina de Foix se refugian en sus territorios del norte de los Pirineos, y en concreto en Pau, capital del Bearne. Recordemos que el vizcondado del Bearne formaba parte de los dominios de los reyes navarros desde principios del siglo XV. En el año 1517 muere la reina Catalina, y su hijo Enrique II es coronado Rey de Navarra; fue el último de los monarcas nacido en la Navarra peninsular. En concreto Enrique II había nacido en el Palacio de los Sebastianes de Sangüesa en 1503. Durante su reinado, en 1521, tiene lugar el último intento por recuperar Navarra. En 1530 las tropas de Carlos I de España abandonan la Merindad de Ultrapuertos dada la dificultad que supone la mantener sus posiciones en la Baja Navarra, con lo que se consolida la desmembración de Navarra que persiste hasta hoy. A este rey le sucedió su hija Juana III de Albret, que harta de las fechorías que el papado había cometido con sus antepasados, decide abrazar el protestantismo introduciendo la Reforma en la Baja Navarra y el Bearne. En 1548 se casa con Antonio de Borbón, duque de Vendome y por tanto, pretendiente a la corona francesa si la reinante casa de Valois se extinguía. A Juana le sucede Enrique III, Rey de Navarra entre 1572 y 1610, al que hoy me gustaría dedicar esta entrada.

Enrique III nació en Pau en 1553. Fue bautizado católico y según el rito bearnés, un ajo fue introducido en su boca para prodigarle salud y larga vida. Pese a su bautizo católico, fue educado por su madre como calvinista, o hugonote, como se les llamaba en Francia. Participó activamente en la Tercera Guerra de Religión de Francia en el bando hugonote, guerra que culmina con la Paz de Saint-Germain, un intento de conseguir la reconciliación de los dos bandos. Como parte de ese plan, se decidió el matrimonio de Enrique con Margarita de Valois, más conocida como la Reina Margot, hermana del Rey Carlos IX de Francia. De esta manera la famosa Reina Margot se convierte en Reina de Navarra.

Tras una serie de carambolas, Enrique III de Navarra llegará al trono de Francia el 27 de febrero de 1594, convirtiéndose de este modo en Enrique IV de Francia, primer rey de la dinastía Borbón, dinastía que hoy reina (carambolas de la Historia) en su odiada España. Para ello tuvo que abjurar de su fe calvinista y hacerse católico, pronunciando una frase que pasará a la Historia: “Paris bien vale una misa”, queriendo decir con ello que en el fondo siguió siendo calvinista aunque disfrazado de católico para poder llegar al poder. Enrique pasará a la historia de Francia como “Henri le Gran” (Enrique el Grande) o “Le bon roi Henri” (El buen rey Enrique). Es considerado por los franceses como el mejor rey que han tenido, siempre intentando mejorar las condiciones de vida de sus súbditos. Se le atribuye la frase “Un pollo en la olla de todos los campesinos todos los domingos”, que simplifica su política de hacer feliz a su pueblo no solo con poder y conquistas sino también con paz y prosperidad. Actualmente es el referente de los monárquicos franceses que cada año le rinden un homenaje junto a la estatua que tiene este rey junto al Puente Nuevo de Paris.

En 1610 Enrique III de Navarra y IV de Francia será asesinado por un fanático católico en las calles de Paris. 

Armas de Enrique III de Navarra y IV de Francia, en el Louvre, en Paris.


Le sucederá en el trono su hijo Luis XIII de Francia y II de Navarra, que someterá Navarra y el Bearn a la corona francesa, con lo que se pierde definitivamente la independencia de Navarra.

La vida de Enrique III está plagada de anécdotas en la que se puede intuir la contagiosa vitalidad del bearnés. Siempre que pudo volvió a las montañas cercanas a Pau, donde le gustaba cazar jabalíes. 

Se cuenta que un día preguntó al embajador español si el rey Felipe III de España tenía queridas:
-"Señor, dijo el embajador, el rey Felipe es tan religioso que sólo ama a la reina mi señora."
-"Tal vez vuestro rey no tenga suficientes virtudes como para hacerse perdonar un vicio."

Enrique III de Navarra nació en el Palacio de Pau, palacio en el que se conserva aún su cuna, el caparazón de una tortuga que había de darle longevidad y fortaleza. En esa cuna caparazón aún ondean los gallardetes de Navarra y de los Borbones (la flor de lis). 

 Palacio de los Reyes de Navarra en Pau (Bearne).

No es mal plan el de visitar Pau. Desde su Boulevard de los Pirineos se disfruta de una magnífica vista de los Pirineos centrales. Si vais por allí podréis ver el último Parlamento del Reino de Navarra, así como su famoso Palacio. Si realizáis la visita guiada a este lugar, observaréis con sorpresa como se puede enseñar el lugar natal de Enrique III sin mencionar para nada el propio nombre de Navarra. Es curioso contemplar como se emplean sorprendentes técnicas de birlibirloque para ocultar u olvidar la Historia, cuando en ella ocurren cosas que según parece, no conviene recordar. Y mientras, los navarros vamos olvidando nuestra historia, como si no fuera con nosotros.

Juan Goñi

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