El Arga - La Runa.

 El Arga, cerca de su nacimiento en Quinto Real-Kintoa.



Nace el Arga cantarín y montano a la sombra del Saioa, en Quinto Real, muy cerca de las primeras tierras baztanesas. Su viaje le lleva pronto a represarse en Eugi, donde parte de sus aguas se desvían para dar de beber a Pamplona y comarca. Después, amansado, acompaña a los peregrinos durante un buen tramo, en su viaje a Compostela, hasta Puente la Reina, el Puente de la Runa, porque este era el nombre con el que se conocía a este rio en tiempos inmemoriales. Desde allí, protagonista de paisajes, se dirige majestuoso hacia Peñalén, en Funes, donde mueren los Reyes y donde va a morir el Arga en al Aragón, cuando el Ebro ya se huele en el ambiente.

Desde los hayedos enormes en su nacimiento, o los magníficos robledales, pasando por las hermosas alisedas más abajo de Zubiri, los mimbrales o las choperas en Belascoain, llega a las huertas de Mendigorria, de Larraga o de Peralta, y después de dar de beber a media Navarra, nos da de comer golosinas vegetales, caprichos de las huertas navarras. El Arga, el más navarro de los grandes ríos navarros, serpentea henchido de vida y de futuro, inundando mi Navarra de verde.

Frio y juguetón sortea el Arga los hielos y acude presto a su destino, crecer y morir, donar su sangre a la Naturaleza y al Hombre, que habitualmente lo maltrata inmisericorde a su nobleza.

Foto: El Arga, casi recién nacido, serpentea juguetón entre los impresionantes hayedos de Artesiaga y Quinto Real (Kintoa).


Juan Goñi

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