30 años de Chernóbil






Un día como hoy de hace 30 años, el 26 de abril de 1986, a la una y veintitrés de la madrugada, revienta el reactor número 4 de la central nuclear de  central nuclear “Vladímir Ilich Lenin” en la ciudad ucraniana de Chernóbil. Durante los siguientes 10 días arrojó el equivalente  a 500 bombas de Hiroshima de materiales radioactivos y tóxicos a la atmósfera. Esta explosión causó directamente la muerte de 31 personas y forzó al gobierno de la Unión Soviética a la evacuación repentina de 135 000 personas, y provocó una alarma internacional al detectarse radiactividad en al menos 13 países de Europa central y oriental. En total, 600 000 personas recibieron dosis de radiación por los trabajos de descontaminación posteriores al accidente. Cinco millones de personas vivieron en áreas contaminadas y cuatrocientas mil personas en áreas gravemente contaminadas. Hasta hoy no existen trabajos concluyentes sobre la incidencia real, y no teórica, de este accidente en la mortalidad poblacional. El área gravemente contaminada tiene el doble de tamaño que Gran Bretaña. Esta área seguirá contaminada por un periodo no inferior a trescientos mil años.  

Pero podía haber sido peor. Se rozó la posibilidad de una segunda explosión: el cemento bajo el núcleo del reactor estuvo a punto de fundirse. Si esto hubiera ocurrido, las 195 toneladas de material radioactivo que seguían hirviendo en el fondo del reactor hubieran entrado en contacto con el agua del subsuelo, lo que hubiera provocado una explosión  comparable a una gigantesca bomba atómica. El área comprendida dentro de un radio no inferior a 320km alrededor de la central habría desaparecido de la faz de la tierra y Europa entera habría quedado inhabitable durante cientos de miles de años.

El ministro de Sanidad ucraniano afirmó en 2006 que más de 2.400.000 ucranianos, incluyendo 428.000 niños, sufren problemas de salud causados por la catástrofe. El estudio Radiation-Induced Cancer from Low-Dose Exposure (Cáncer inducido por exposición a bajas dosis de radiación) del Committee For Nuclear Responsibility (Comité para la responsabilidad nuclear) estima que el accidente de Chernóbil causará 475 368 víctimas mortales por cáncer. La Organización Mundial de la Salud cifra en medio millón las personas que morirán, solo en territorio de la antigua Unión Soviética, por causa directa del accidente de Chernóbil. Según Greenpeace, en el año 2006 ya se habrían producido más de 200.000 muertes debidas al accidente.  Se han detectado incrementos en los niveles de diversos tipos de cáncer en países tan alejados como Suecia o Alemania.

Pero el accidente de Chernóbil no solo fue un desastre para la vida y la salud de millones de personas. También significó una auténtica pesadilla económica. Todavía hoy Bielorrusia gasta el 25% de su PIB en tratar de superar los problemas derivados de este desastre. Con lo que costará el accidente de Chernóbil se podrían haber sustituido todas las centrales nucleares del mundo por centrales de ciclo combinado de gas natural (el 80% de la potencia) y aerogeneradores eólicos (el 20% restante), y aún sobrarían 200.000 millones de dólares.

Pese a todo esto no aprendimos la lección. Años después, el 11 de marzo de 2011 volvió pa producirse un gravísimo accidente nuclear en la central de Fukushima, en Japón, tras un terremoto y posterior tsunami. Los tres reactores activos durante la catástrofe sufrieron la fisión del núcleo. Se rozó de nuevo el apocalipsis nuclear a nivel global. Los gastos generados superan ya los 200.000 millones de dólares, pero aún hoy Fukushima sigue emitiendo cantidades importantes de radioactividad a la atmósfera y miles de litros de agua contaminada siguen vertiéndose al océano. EL Gobierno japonés anunció que solo durante este mes de abril once mil toneladas y media de aguas contaminadas serán vertidas al mar. Los mares del mundo tardarán al menos 300 años en “limpiarse” de los efectos de este accidente. Las titánicas tareas de limpieza en Fukushima aún durarán 100 años al menos.

Pero no solo están Chernóbil y Fukushima. También Windscale Sellafield (año 1957, Reino Unido), Three Mile Island (año 1979, EEUU), Vandellós (año 1989, España) o Tokaimura (año 1999, Japón), todos ellos accidentes nucleares graves o muy graves. Seis accidentes nucleares en 60 años: una media de un accidente por cada 10 años.

Mientras tanto, y una vez pasadas las elecciones generales —y aunque no hay todavía un Gobierno estable a la vista—, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha retomado el proyecto de reapertura de la central nuclear de Garoña (Burgos). El CSN ha de estar bajo el control del Congreso, sin embargo sigue con una representación basada en la anterior composición parlamentaria: de las cinco personas que componen la dirección del CSN, tres han sido elegidas por el Partido Popular. Tras el informe positivo del CSN, le toca al Ministerio de Industria en funciones conceder la autorización final de reapertura a Iberdrola y Endesa, las propietarias de la central. Tras ello, si el Congreso o el próximo gobierno decide desmantelar la vieja central, las compañías podrían reclamar pérdidas por “lucro cesante”, cuya indemnización saldría del bolsillo del contribuyente. Sin duda, una jugada maestra.

¿Y aún me preguntan por qué soy radicalmente antinuclear?

¿Nucleares?, ¡No Gracias!
Nuklearrik? Ez eskerrik asko!

Juan Goñi

0 comentarios:

Publicar un comentario