Ya lo tenemos aquí. El Calígula de nuestra Roma particular
toma el poder del Imperio: nombra senador a su caballo y retoza en su testosterona
senil y pútrida. Lo más mediocre, lo más estreñido de la sociedad ha elegido, y
el mundo tiembla.
Ya lo tenemos aquí, con sus berridos humillantes; con su
pensamiento falaz, trivial, pueril; con su lenguaje de sexto de primaria; con
su gordo pulgar levantado; con la chulería del cowboy más estúpido del pueblo;
con la jactanciosa inmodestia de quien no sabe ni quiere aprender. El sheriff del
condado se cuelga la estrella, colt en ristre, dispuesto a poner orden en su
desquiciado gallinero.
Ya lo tenemos aquí, con sus peligrosas amistades, con su
familia de caucho, con su atalayas de barroca petulancia, con sus retretes de
oro, con sus mármoles y sus arrogantes sortijas, con su cara de acaudalado
justiciero remendón. Ya lo tenemos aquí, alardeando de ignorancia. El fantoche
más ridículo posa su gordo dedo en el botón nuclear y el planeta se estremece y
aguanta la respiración.
“¡América primero!” gruñe el altivo emperador, y México,
Colombia, Venezuela, Argentina, Brasil, Cuba, Chile, Perú, Nicaragua… se saben
ya los últimos. Las mujeres, los homosexuales, los latinos y los negros, los
musulmanes y todos aquellos que no responden al cliché recelan y presagian
malos tiempos.
El orondo salvapatrias llegó al “saloon” polvoriento del último
pueblo del “Far West”. Se sirve zarzaparrilla gratis para las mujeres y los niños,
y bourbon para los pistoleros. El pianista del local toca “God Bless America” y
las putas se levantan la falda al ritmo del “Can can”. Los poetas se echan al
monte y la inteligencia levanta barricadas. La sensibilidad será ajusticiada mañana por la mañana y ayer lincharon a la
delicadeza, a la sabiduría, a la cultura y al último maestro.
Ya lo tenemos aquí. Qué dios, su dios, reparta suerte…
Juan Goñi
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