Hoy quería presentaros a este simpático Buda oriental con alas, a este ave que parece escapada de algún jarrón chino, a esta joya delicada de los carrizales, al bigotudo (Panurus biarmicus). Pocos cantos alertan e ilusionan más al pajarero que el metálico rebote (ping! ping!) del bigotudo. Es momento de echarse los prismáticos a los ojos y buscar a esta maravilla entre los carrizales. En los días de frío el macho cobija a la hembra bajo su ala, fundiéndose los dos en una preciosa bolita de plumas; aún así muchos bigotudos perecen bajo los fríos invernales. Ver a esta ave haciendo equilibrios entre las cañas del carrizo, observar sus bigoteras negras, como los bigotes de un chino de película, es una de esas alegrías que la Naturaleza te ofrece gratuitamente. Saber que es una especie en expansión también es motivo de felicidad. Su celo es realmente espectacular, el macho eriza las plumas grises de su cabeza, y despliega su cola en abanico, a lo que la hembra responde con similares posturas y despliegues, tras lo cual vuelan juntos sobre el carrizo. Nacen, viven, aman y mueren siempre en el carrizal, siempre en los humedales. Respetar el carrizal es respetar a esta maravilla y a sus muchos vecinos. Respetar los humedales es respetar al carrizal. Amar a la Tierra es amar a sus humedales, porque en ellos encontramos la Biodiversidad en todo su esplendor. Amar la Tierra es amarte a ti.
La foto es de mi amigo Pablo Galiana, al que tuve el honor de acompañar el día de su primer avistamiento de esta ave. Esta maravillosa foto es de ese día, en Pitillas.
Foto: Pablo Galiana
Texto: Juan Goñi
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