En estos días despejados de febrero tiene lugar
una acusada variación de temperatura entre el día y la noche. Esa
diferencia se llama amplitud térmica, y en el alto de algunas montañas
puede superar los 30ºC. Durante el día los hielos se deshacen y el agua
inunda cada grieta en la roca. Este agua se congelará durante la noche, y
provocará que la grieta crezca por la expansión del hielo respecto al
agua. El proceso seguirá durante milenios, y no habrá en la montaña roca
alguna ajena al proceso. Y esa grieta un día terminará por desgajar la
roca, y crear balcones naturales donde a su vez el amigo buitre
encontrará un lugar seguro donde traer al mundo al futuro de su linaje.
El buitre deberá de ocuparse de abrigar a su pollo con su cuerpo durante
los fríos de febrero, y por ello no abandonará el nido aún cuando la
inanición amenace su propia supervivencia; el buitre morirá de hambre o
sed antes de abandonar a su pollo.
Estos días carnavaleros de febrero se disfrazan de primavera y nos dejan mañanas deliciosas, pulcras tardes de paseo, o asombrosos crepúsculos como este, en el que hoy el buitre y yo disolvemos nuestras miradas.
Hoy, como siempre, la Naturaleza esta para comérsela, bonita y dura, dulce y caprichosa, aromática, suculenta. La saboreo a dos carrillos, sin sensatez ni mesura. La observación de la Naturaleza no engorda sino el alma. La contemplación de lo bello debería formar parte de la dieta de cualquier alma que desee permanecer despierta, ágil y saludable. Días carnavaleros en este febrerillo loco, ocasos de fuego que mantienen mi alma despejada, cuerda y equilibrada. Lúcidas luces del crepúsculo, rojos anocheceres que avivan mi corazón desde los ojos.
Estos días carnavaleros de febrero se disfrazan de primavera y nos dejan mañanas deliciosas, pulcras tardes de paseo, o asombrosos crepúsculos como este, en el que hoy el buitre y yo disolvemos nuestras miradas.
Hoy, como siempre, la Naturaleza esta para comérsela, bonita y dura, dulce y caprichosa, aromática, suculenta. La saboreo a dos carrillos, sin sensatez ni mesura. La observación de la Naturaleza no engorda sino el alma. La contemplación de lo bello debería formar parte de la dieta de cualquier alma que desee permanecer despierta, ágil y saludable. Días carnavaleros en este febrerillo loco, ocasos de fuego que mantienen mi alma despejada, cuerda y equilibrada. Lúcidas luces del crepúsculo, rojos anocheceres que avivan mi corazón desde los ojos.
Juan Goñi
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