Ya han regresando los alimoches al cortado bardenero en el que, un año más, intentarán traer al mundo a su prole. Este buitre, el más pequeño entre los necrófagos alados peninsulares, es casi inconfundible, con su plumaje blanco y negro y su cabeza amarilla. Félix Rodríguez de la Fuente acuñó para él el apodo de "buitre sabio", los ingleses le denominan buitre egipcio y en euskera se le llama "sai zuria", buitre blanco. El descenso en las poblaciones de alimoche (cercano al 30% en lo últimos años) coloca a este bello animal en la categoría de "En Peligro". Las causas de esta elevada mortandad parecen estar en el uso de venenos ilegales (colocados muchas veces por cazadores para la eliminación del córvidos, zorros o perros asilvestrados), envenenamiento por biocidas agrícolas, la colisión con tendidos de alta tensión y con los cada vez más frecuentes parques eólicos. También se observa una elevada mortandad en sus viajes migratorios o en sus lugares de invernada, más allá del Sahara. Por si todo esto fuera poco, sus niveles de reproducción se están desplomando, pocos son los pollos de alimoche que consiguen finalmente volar. Un verano más regresan los alimoches a su Navarra natal, algunos de ellos por primera vez, tras pasar en África sus primeros 4 o 5 años de vida, en los que no se reproducen. Vuelven los cielos peninsulares a coronarse con estas maravillosas aves, vuelve el buitre sabio a sus viejos cantiles, vuelve este buitre blanco a pelear contra sus oscuros presagios, y vuelven mis ojos a deleitarse con su vuelo majestuoso, de gaviota, entre los paisajes verticales de mi tierra.
Foto: Mikel Ibarrola
Texto: Juan Goñi
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