Foto del bosque en otoño - por mi amigo Felipe Noguera.
No amanece,
ni mucho menos, en mis paisajes más íntimos. Todavía es noche cerrada. Se ven a
lo lejos, temblorosos, los reflejos de unas farolas, y más allá el fulgor
anaranjado de las luces del pueblo en el cielo negro. Ha llovido durante la
noche y todo indica que lo volverá a hacer en breve. Se oyen goteras y un mirlo
se despereza lejos, muy lejos. Lo demás es silencio. Voy caminando despacio
hasta donde la oscuridad se adueña de mis pasos, como un muro sombrío;
lentamente vuelvo la espalda a la pared azabache de la noche y regreso a las
luces tranquilizadoras de mi casa. Me pongo un poco de música, me siento ante
la pantalla en blanco y empiezo a pensar qué me gustaría decirte hoy.
Será por la
lluvia, será por la noche sin estrellas o por esta aurora, todavía demasiado
silenciosa. Será porque me faltan los murciélagos y no se oyen los cárabos,
pero hoy me desperezo levemente melancólico.
La gente
comparte sin parar fotos luminosas de la primavera recién parida, citas
demasiado manoseadas, sentimientos de esperanza, de deseos de esperanza para
ser exactos. Y a mí, por llevar la contraria, se me antojó que me apetece mirar
al otro lado del espejo y traerte una imagen del otoño.
En la
primavera el mundo retoña, o sea, se otoña dos veces. La primavera es la hija
rebelde del otoño, que de tanto retoñar engendra reversos contradictorios. Aun
cuando parece imposible, la hija del otoño pare otoños verdes. Los acres y
dorados de noviembre nacen ahora verdes,
huérfanos del sol de julio, necesitados de los atardeceres dorados de
agosto. Lo que ahora aparenta abundancia no es sino carencia.
¿Ves?
¿Entiendes? Ocurre como con las fotos que ahora se comparten por doquier.
Queremos compartir esperanza, pero compartimos deseos de esperanza porque nos cuesta encontrar esperanza. Carencia de
expectativas, falta de sueños, penurias y carestía vital… quisiéramos compartir
confianza pero solo nos atrevemos a hablar de anhelos de confianza.Si anhelamos
esperanza es porque no la tenemos ¿no?
Bah, no me
hagas demasiado caso… ya sabes, son mis bobadas, ya me vas conociendo…
Ya se han
apagado las farolas del camino, ya veo el horizonte, ya cantan las aves a mi
alrededor. Amaneció un nuevo día de finales de marzo, cuando entre la hojarasca
retoña la primavera encandilada. Hoy me voy a los montes que dicen que estarán
nevados. Me llevo a una pareja de Bilbao, a ver si les arranco la ciudad de los
ojos, les solivianto primaveras en el alma. Veamos si conseguimos que el verde
retoñe entre el rojo de su sangre. Vamos a alborotarnos entre trinos y
revuelos, y a desabrigarnos, y a comernos la esperanza a dos carrillos. Y
mañana… mañana será otro día.
Juan Goñi
En la foto,
de mi amigo Felipe Noguera, el bosque por el que hoy pasaremos, pero en el
reverso del espejo solar... en aquel lejano otoño... hoy tan imposible.
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