Bardenas, la obstinada tenacidad de la Vida.


Hoy me voy, de nuevo, a las Bardenas. Abrasadas os preveo, golpeadas por el sol titánico de agosto, silenciosas y solas. Voy a veros otra vez, a reconocerme también en la aridez, en la fuerza sobrehumana de tus tamarices, romeros y espartales, subsistiendo al martillo brutal del calor y el sol.
La Naturaleza en Bardenas nos recuerda hasta qué punto es potente el objetivo de la supervivencia, hasta qué punto animales y plantas se agarran a la vida, hasta dónde lleva la resistencia a las condiciones extremas. Firmeza, aguante, tenacidad y entereza... obstinación colosal por la perpetuación de la Vida.

Me voy con un grupo de personas con movilidad reducida. Intentaremos contagiar a estos amigos la sorpresa y la emoción ante un paisaje heróico y brutal, y la adaptación de la Vida ante condiciones extremas.

La única discapacidad que conozco es aquella que sufren quienes no son capaces de emocionarse ante la supervivencia, ante la íntima humildad que procura la observación de un paisaje extraordinario, caótico y radical, ante el cual no existen excusas ni pretextos. Esto es la adaptación de la vida a un entorno que parece invivible.

Hoy Bardenas, me acerco a tus horizontes con respeto y admiración. Hoy recibiré una lección de superación y supervivencia. Hoy me voy a otro mundo, que está en este.

Juan Goñi

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