El mirlo común - zozoa arrunta. El flautista enlutado




El mirlo común (Turdus merula – zozo arrunta) es una de las aves más comunes y mejor conocidas de la fauna alada europea. Todos lo hemos podido ver correteando por campos y huertos, en jardines y parques de las ciudades. El macho es completamente negro, brillante, con el pico marcadamente amarillo o naranja. Las hembras y los machos más jóvenes son de color claramente más apagado, pardusco sobre todo en el pecho, con motas pardo rojizas que recuerdan ligeramente a las del zorzal (malviz). El pico de las hembras tienda a amarillearse con la edad, pero nunca llega a alcanzar el tono tan distintivo del macho adulto. Es un ave en proceso claro de expansión, no contemplándose ninguna amenaza actualmente en su conservación.

El mirlo es una de las primeras aves en empezar a cantar. Desde mediados de diciembre, pero más habitualmente desde estas fechas de enero, podemos escuchar al macho, normalmente posado en una rama alta, desgranando su trino aflautado y agradable. Casi se parece a un humano que  estuviese tocando una flauta.

Cuando se alimenta en el suelo, el mirlo camina casi corriendo, parando de pronto ante una amenaza o ante la sospecha de la presencia de alguna presa entre las hierbas.  Cuando huye vuela bajo, casi a ras de suelo, con un vuelo que parece torpe, buscando constantemente la protección de algún arbusto, emitiendo su característico grito de alarma. Pero cuando realiza vuelos más largos su vuelo es directo, firme y poderoso. Me recuerda ligeramente al vuelo del pito real. Se alimenta fundamentalmente de insectos, ciempiés, arañas, pequeños caracoles y lombrices de tierra, aunque aprovecha eficazmente las frutas que encuentra, sobre todo en invierno. Higos, moras, cerezas, frambuesas o arándanos forman parte habitualmente de su dieta, aunque no desprecia cualquier fruta madura que pueda encontrar. Es por ello que es un ave poco querida por los horticultores. En un estudio que se realizó en Inglaterra se demostró que su alimentación se basa en un 30% de insectos y un 15.2% de frutas, el resto lo componen semillas de todo tipo de herbáceas. No obstante, cuando la población de estos animales aumenta, esos porcentajes varían hasta alcanzar un 22% de insectos y un 25% de frutas, y es entonces cuando pueden empezar a resultar dañinos para nuestros árboles frutales.

Andan estos días los mirlos cantando sus amores al cielo. Las parejas parecen establecidas desde hace tiempo en silencio, pero es ahora cuando los comportamientos de celo resultan más evidentes. Antes de marzo la hembra construirá un nido con forma de taza de barro, tapizado de hierbitas, tarea en la cual colabora diligentemente el macho aportando materiales a la hembra. Con la llegada de la primavera, los primeros pollitos de mirlo abandonarán el nido, aún sin saber volar, y serán alimentados por sus progenitores durante unas semanas más en la relativa seguridad de las ramas cercanas al nido. Lo más habitual es que más adelante se produzca una segunda puesta e incluso una tercera.

El del mirlo es el último canto de las especies diurnas de aves; cuando casi está oscuro, siguen aflautando el ocaso entre los últimos rojos del horizonte, cuando ya los primeros luceros adornan el cielo nocturno de estos fríos días de enero. En la Naturaleza todos se preparan para la primavera, y aunque a nosotros nos cueste tanto imaginarlo en estos días de frio y de nieve, la explosión de vida de abril está más cerca cada día.

Mirlo, zozoa, enlutado pregonero de amores tempranos, 
¡qué dulce flauta te regaló Amalurra!

Conocer para respetar, 
respetar para amar, 
amar para defender.
Juan Goñi

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