Tardes de oro.



El sol de mediados de agoto ya no es el de julio. Se acuesta antes, es más perezoso a la hora de despertarse, y ya no disipa las brumas del amanecer con la misma eficacia. Los campos ya no tienen el verde que tenían, y el mundo se va cansando de verano.

Los atardeceres de estos días son más amarillos, sus sombras más alargadas, el ambiente se refresca rápido en las montañas y las nieblas acechan desde las cumbres. Es entonces cuando el sosiego anega los valles tras un largo día de verano.

La mirada rememora otros agostos amarillos, los recuerdos amanecen mientras el sol se oculta tras las montañas de Leitza. Se van iendo los veraneantes, como se fueron los vencejos, con la promesa de volver. Pero aún queda mucho verano por delante, muchas preciosas tardes doradas en los Valles Tranquilos de la Navarra Verde.

En la foto, Oitz, en Malerreka (Navarra/Nafarroa), un día cualquiera de agosto, cuando la tarde se disfrazó de oro.


Juan Goñi

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