Hojas de ginkgo y liquidámbar en Bertiz.
Por ahí anda el otoño, insolente
y audaz, callejeando por doquier. Por ahí anda el otoño, fisgando en todos los resquicios,
repartiendo catarros y armonías. Por ahí anda, nadando en los nubarrones,
alfombrando los senderos, cosiéndose al mundo, pintarrajeando los bosques de
amarillo. Por ahí anda el otoño, con su cara de niño viejo, con sus despertares
tan blandos, con sus nieblas ociosas, con su luz triste. Por ahí anda, mojando
las calles y los horizontes, inspirando a los poetas, conquistando almas,
enamorando a los ardientes enamorados de la nostalgia. Por ahí anda, con sus
andares de holgazán, con sus pinceles en ristre, silbando melódicas sombras por
los arrabales de tu mirada. Por ahí anda, libre y fanfarrón, con ese “tumbao”
que tienen los guapos al caminar; con su silencio y su gabán inglés, con sus
zapatos resplandecientes de hojarasca que titila. Por ahí anda, metiéndose por
mis adentros, barnizándome el alma de nueces y castañas, tatuando su voz en mis
tímpanos, reconcomiendo mis meninges con sus imbéciles melancolías.
Por ahí anda el otoño, ahogando
en belleza las luces del atardecer, arriando las banderas del sol, abrumando
con sus brumas al abrumado pajarero que no sabe huir.
Por ahí anda….
Te lo aviso.
Juan Goñi
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