Vida de alas, vida verde de bosque,
vida en la mirada de mi amigo Isidro Etxeberria.
Creo que soy su amante más vehemente. Hoy, sin ir más lejos, me ha hecho el amor al amanecer. Ha susurrado trinos de amor y ternura en mis oídos cuando yo aun dormía. Poco a poco he abierto los ojos y ella me ha besado la mirada con la luz de miel de la alborada. Hoy y siempre, desde hace ya tanto tiempo, enamorado de sus mil caras que centellean, de su voz cuando canta o cuando llora, cuando convierte su narración en poesía. Enamorado hasta el tuétano de su forma de bailar junto al viento, de su figura limpia y hermosa tras la ducha, del aroma que exhala su piel mojada. Nunca me canso de su abrazo profundo y apasionado, ella y yo desnudos en las honduras de su bosque y el mío, cuando nadie osa molestarnos. Ella y yo tan uno, yo tan dentro, ella tan a mi alrededor, tan ceñida a mí, tan envuelto yo en su caricia íntegra, saturados mis sentidos de su presencia por doquier. Nunca se va de mí, ni yo me voy de ella. Me acompaña en mis fatigas y en mis triunfos. Porque ella es yo y es todo lo que amo. Porque mire donde mire la veo guiñándome su ojito de colores, mandándome un besito del color de la amapola, diciéndome quedamente que soy ella y siempre lo seré.
Ahora mismo está sentadita junto a mí, leyendo este texto mientras escribo, y suspirando con el verdecillo, amarillita como el diente de león perdido en el pasto verde, planeando como el milano que ahora cruza el horizonte, sosegada y ardiente, esperando que termine para besar mis pupilas con los mil colores de abril. Así que si, termino ya, no me gusta hacerla esperar. Me vuelvo a su abrazo, a retozar juntos como dos críos traviesos, a perdernos de todos y a estar solos, como dos enamorados chiflados y seducidos, una mañana más.
No. Yo no soy Novio de la Muerte. Yo soy Amante de la Vida. Felizmente, una mañana más.
Juan Goñi
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