Valle de Tena - Bal de Tena.


Lanuza y Sallent de Gállego se reflejan en las aguas cristalinas del embalse de Lanuza. 
Al fondo, dominándolo todo, la Peña Foratata (2.341 metros de altitud). 
Valle de Tena - Huesca - Aragón.


Mañana salgo para el Valle de Tena, o el Bal de Tena, como se dice en aragonés. Es este uno de esos valles pirenaicos recónditos y pintorescos cuyos paisajes arrancan las miserias de mi mirada a base de vértigo, asombro y admiración.

Este valle ha sido abierto a golpe de milenios por el río Gállego, uno de los principales afluentes del Ebro. Es curioso el nombre de este río, que deriva de su lugar de procedencia, la Galia: el Gallicus, el Gállego. Nace aquí mismo, en Col d'Aneu, a 2.200 metros de altura, en las proximidades del collado del Portalet y se abre paso por el Valle de Tena recorriendo los municipios de Sallent, Panticosa y Biescas, cortando las sierras prepirenaicas en la Foz de Santa Elena. Más abajo encontraremos las Tierras de Biescas y Sabiñánigo.

Aquí nace también el primer afluente del Gállego: el Aguas Limpias, que discurre en su totalidad en el término municipal de Sallent. Nace en la ladera de los montes que conforman el Circo de Piedrafita, a más de 2300 metros de altitud. Más abajo las Aguas Limpias se serenan en el ibón de Respomuso, un ibón recrecido mediante una presa a mediados del siglo XX donde confluyen diversos arroyos, aguas y torrentes. La polémica (no sin razón) por el impacto ambiental de esta obra sigue vigente hoy en día.

Estamos en el Pirineo Oscense. Quizá el más espectacular, el más vertiginoso e impetuoso. Ese que desbarranca aguas azules, limpias y abundantes a los valles del sur. Ese que ensuciamos constantemente con presas y embalses. Ese que casi ya no sacia la sed eterna de la civilización y la incontenible bulimia de las grandes ciudades, que nunca tienen suficiente. Este es uno más de esos valles que los fines de semana del invierno se llenan de esquiadores estrepitosos. Este es uno más de esos Valles Pirenaicos que encontramos en Navarra, en Aragón y en Cataluña, que poco a poco se van despoblando porque no sabemos o no queremos ayudar a las gentes que allí viven y vivieron. Porque no respetamos sus paisajes y su forma de vida. Porque no les proveemos de los más elementales servicios. Porque el turismo irrespetuoso se los está comiendo vivos, la voracidad está secando sus ríos, los embalses están devastando (o, peor aún, han devastado) sus mejores tierras de cultivo. Porque, cuando nos vamos de ellos, nunca volvemos la mirada para ver quién y cómo se queda allí, cuidando aquellos paisajes.

Aún así hay aún gente que pasea por estos lugares con el respeto impreso en la mirada. Mucha gente, afortunadamente. Una minoría, bien es cierto, pero una numerosa minoría. Esa gente que acude a los perdederos más hermosos de esta península hermosa con la mirada ávida de paisajes incólumes, pisando lentamente, caminando con delicadeza, saludando con respeto y cariño a los paisanos, gastando dinero en los negocios locales, siempre con la sonrisa que denota admiración clavada en el rostro limpio. Esa es gente que a menudo luce prismáticos en su pechera. Esa es gente que no se sale de los senderos marcados para evitar la erosión desmedida, es esa gente que en sus excursiones guarda celosamente su basura para depositarla en el contenedor del pueblo. Esa es gente que no deja sus perros sueltos si no está permitido, o no se baña en los lugares en los que no se permite hacerlo. Esta gente que respeta los árboles frutales y los huertos que encuentra. Esta gente que respeta y cuida lo que pisa, los que ve, lo que siente y lo que respira. Esa gente y yo hacemos buenas migas. Esa gente es mi gente y con ellos me voy a pasear por estos valles hermosos, heridos pero vivos y admirables, magullados pero sublimes.

Estos lugares han sido y son delicadamente acariciados por la belleza intacta del Pirineo. Estos lugares merecen la caricia de tu mirada y tu visita respetuosa y emocionada. Porque, no en todos los sitios, montañas, agua y verde consintieron en hermanarse con tan sobrecogedor y soberbio resultado.

Yo quiero unos Pirineos vivos.
Yo los necesito.
Y aunque quizá no lo sepas, tu también.

Juan Goñi

"Las montañas son nuestra última oportunidad."
Joaquín Araújo.


Música: Los ví una noche de verano, hace muchos años, en el escenario flotante del Festival Pirineos Sur, en Lanuza. Y su música y aquella luna que se reflejaba en las aguas impregna desde entonces mis memorias y mis paisajes. Desde Escocia: Capercallie - M'Ionam:

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