Quinto Real - Kintoa. Por Juan Lameirinhas.
¿Dónde, cuándo y cómo empezamos a
amargarnos la vida? Es difícil no preguntárselo cuando uno regresa tras un vagabundeo
por el bosque profundo. ¿Cuándo y porqué dejamos que el odio se adueñara de
tantos corazones? ¿Cómo consiguió la avaricia hacerse tan grande a la sombra de
una sociedad descompuesta?
Cada vez me siento más lejos, más
excluido de la sociedad que me rodea. Más ajeno a lo que se supone “importante”,
más exótico en las calles llenas de anuncios, más rechazado en los domingos de delirio
y fútbol, más retirado del capitalismo y sus animosos cabecillas. Veo a la
gente, a mi gente, que se separa cada vez más de la costa de la cordura,
embarcados en un navío sin futuro, sin gobierno y sin destino sino es el
naufragio entre un océano de plásticos usados. Y mientras navegan hacia el
desastre, algunos bailan en la cubierta, otros mendigan lo sobrante y otros,
ocultos en las bodegas, maquinan complots y traman ocultas artimañas para
despojar al resto de lo poco que aún les queda. Y el timón esta desierto.
Aún encuentro silencio en el
bosque, aun cordura y sabiduría. Aún hay sosiego emboscado y magia entre las
ramas. Todavía se encuentra belleza a manos llenas, música sincera, olores
veraces, miradas espontáneas de franca admiración, gestos de bonanza, sanos
instintos, porvenires incólumes….
No sabes, mi amigo, cuanto cura
estar una mañana entera sin que alguien quiera venderte algo: un seguro, un
jamón, un coche, una novia, un futuro…
Porque no hay futuro alejado de
mis verdes arboledas. No hay destino fuera de la sincera amistad del bosque. No
hay porvenir sino comienza en el reencuentro con los ritmos que la Natura
marca. No hay mañana que no emane de las libres inmensidades silenciosas,
limpias, verdes, siempre pacíficas y salubres, siempre serenas y benéficas: las
espesuras, las enramadas, las selvas y frondas. Ellas son mi casa y mi patria,
mi presente y mi futuro, mi idioma, mi bandera y mi sangre.
Cada día más emboscado, oculto
del mercader y del prepotente, del político salvapatrias, del mendaz sacerdote,
del vendedor de seguros y del pútrido banquero. Desertando del coronel y del
soldado, huyendo del fétido abanderado de la avaricia, del sucio servidor de
cualquier patria que no sea la mía: mis limpios bosques verdes. Para siempre.
Que no me busquen en otro lado.
Solo en mi patria: la suela de mis botas en el sendero, mientras me mantenga en
pie.
Juan Goñi
Impresionante. Es algo que mucha gente debería leer para entender el amor que sentimos muchos por la Naturaleza, toda ella en general. Me ha emocionado, en serio. Sentía al leerlo que decías lo que yo pensaba.
ResponderEliminarAhora sí... peor sólo esto... Zorionak Juan Goñi!!
ResponderEliminarHermoso! Encuentro mi propio sentir en la magia de tus palabras. Como ahora me encuentro con tus hermanos y hermanas recorriendo tus bosques, aprendiendo del maestro a emboscarme y hablar con las hayas y empaparme de verde sabiduría. Ayer en Quinto Real y hoy comienzo a leer entre raíces, trinos y todo lo demás después de bajar a las prófundidades de Urdax. Un abrazo
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